Fue un obsequio de la Comunidad de las Agustinas Misioneras, se trata de una talla en madera de poco mas del metro de altura
Está representado de pie, con barba y bigote. Viste sotana, roquete y estola y porta en su mano izquierda una cruz a la que dirige su mirada. Se ignora el autor y se estima fue tallado sobre 1800.
En la fecha de la donación se encontraba en muy mal estado y fue sometido a una total restauración, consolidando y reponiéndole los dedos que le faltaban e imprimiéndole una nueva policromía por el restaurador Juan Carlos Sanz Jiménez.